Los adultos somos los responsables del estilo de vida de la familia y, por tanto, también de los niños. A menudo nos preocupamos demasiado de ocupar su tiempo, llenando sus agendas de actividades -«para que no se aburran»- convirtiéndo su tiempo en más obligaciones. ¿Qué podemos hacer para que nuestros hijos sean felices? Los expertos recomiendan simplificar su entorno.
Cuando esperamos la llegada de un recién nacido adaptamos la casa para su llegada (síndrome del nido). De la misma manera debe hacerse cuando estos dejan de ser bebés, acondicionando su espacio a sus nuevas necesidades.
Solemos pensar que cuanto más tengan, más felices serán.
Sin embargo, tener una habitación llena de juguetes no significa que no haya sitio para el aburrimiento (importante, por cierto) ni tampoco que los niños sean más felices. A veces los juguetes que más entretienen y con los que más disfrutan son aquellos menos sofisticados y los menos sobre estimulantes. Por ejemplo, los cochecitos, los disfraces, las muñecas… O cosas más simples todavía…. Una caja vacía o un papel de regalo pueden entretener más a un bebé que el juguete más ruidoso y luminoso del mercado.
Para asegurar una tarde de diversión basta con un par de cojines en el suelo y unas mantas a modo de tienda de campaña improvisada. Los objetos de cocina tienen mucha vida también fuera de ésta. Cuanto más simple es el objeto, más imaginación tendrá que echarle el niño y, por tanto, éste desarrollará un juego más creativo y libre.
Tener demasiadas opciones de juego también puede distraer y aturdir a los niños. A menudo, estos se encuentran demasiados “obstáculos” (véase, cosas materiales, actividades, información), lo que no les permite disfrutar de las pequeñas cosas. Tener tiempo para descubrir el mundo que les rodea y pasar tiempo de calidad es el mejor regalo que les podemos hacer. De hecho pedagogías activas como puede ser montessori recomiendan exponer a los niños a 3 objetos como máximo a la vez.
Muchos niños están, además de estresados, sobre estimulados. Demasiadas horas fuera de casa, demasiadas prisas, demasiadas obligaciones. Los niños necesitan tiempo para asimilar el aprendizaje, para aburrirse, para descansar y aprender a gestionar los momentos tranquilos y de calma. De hecho, es en este punto donde desarrollan mayores capacidades creativas.
Simplificando sus rutinas y respetando sus tiempos, los niños podrán beneficiarse un desarrollo más sano tanto neurológico, como físico y emocional. Además, serán niños que asimilarán mejor sus descubrimientos asentando de una forma más eficaz sus conocimientos acerca del mundo que les rodea.
*Foto de Jean-François Gagnon (www.pixabay.com)