El amor es una de las cinco emociones básicas y que tiene una clara función de supervivencia. Además, es una necesidad básica.
El vínculo de afecto y el cariño que recibe un hijo, especialmente durante los primeros años de vida, marca el desarrollo de su cerebro.
La oxitocina es la hormona del vínculo y apego emocional. Ésta se libera de manera natural y tiene el control para iniciar y estimular la producción de leche materna. ¿Sabías que, además, bloquea el estrés?
El amor de una madre y el desarrollo del bebé
Un estudio realizado por los neurólogos de la Universidad de California (UCLA, en Estados Unidos) corrobora que el vínculo mamá y bebé tiene un peso muy importante en el desarrollo del cerebro del pequeño.
¿Cómo han llegado a confirmar esta máxima? A través de una prueba sencilla: una resonancia magnética. Comprobaron a través de ésta que el tamaño del cerebro de dos de niños de la misma edad (3 años) era notablemente distinto. La razón de tal notoria diferencia entre uno y el otro es la falta de atención y cariño durante la infancia, y no una enfermedad como podía pensarse en un primer momento.
Aquel niño que recibió amor, seguridad y tuvo un hogar estable tiene el cerebro de mayor tamaño; mientras que el pequeño que se crio en una familia desestructurada y que sufrió negligencia extrema, tiene el cerebro considerablemente más pequeño.
¿Qué ocurre con el niño que recibe cariño?
Aquel pequeño que recibió amor materno, contacto físico y todo el afecto que necesitaba tendrá un cerebro sano, empatizará y podrá establecer relaciones sociales adecuadas. Además de que gozará de una sensación de seguridad y establecerá un vínculo sano con su principal figura de referencia, su madre.
Hay muchas maneras de fortalecer el vínculo afectivo madre e hijo. Una de ellas es practicar el contacto piel con piel desde el mismo momento del nacimiento. La lactancia materna también es una herramienta muy poderosa para fomentar vínculo con el bebé. Así como mantener el contacto visual con el pequeño
La inteligencia también se ve afectada por el cariño recibido durante los primeros meses de vida. Cuando se estimula mediante afecto, se aprende más. Por tanto, un niño que es amado por sus padres desarrollará un cerebro más grande y sano.
¿Qué ocurre con el niño que no recibe cariño?
El cerebro del niño que no recibió la atención que necesitaba no se desarrollará de la manera correcta y contiene más áreas oscuras y borrosas. Además, este niño es más propenso a desarrollar problemas mentales, a tener problemas de aprendizaje, problemas afectivos y emocionales y otros serios relacionados con la salud.
Según los investigadores, cuanto más grave es el abandono de la madre, más pronunciado puede ser el daño cerebral y más comprometido su desarrollo emocional.
Si todo esto fuera poco, los neurólogos que realizaron dicho estudio dudan de que el niño con el cerebro más pequeño pueda convertirse en un adulto completamente funcional y bien adaptado. Esto se debe a que algunas de las áreas clave en el cerebro necesarias para procesar funciones como la empatía, el pensamiento inteligente y el pensamiento racional no se han desarrollado correctamente.
Se trata de la primera vez que investigadores han podido evidenciar que la crianza en el desarrollo temprano de un niño tiene efectos causales reales sobre el tamaño del cerebro en los bebés.
El profesor Allan Schore de UCLA explicó que los bebés dependen de un fuerte vínculo con sus madres para el desarrollo saludable del cerebro. Además, revela que las neuronas crecen en los primeros meses de vida en función de la interacción del bebé con su madre o la persona que le cuida y que el cerebro reaccionará de una u otra manera dependiendo de esta relación.
De ahí, que el estudio ponga el acento en la importancia del vínculo materno-filial, y a la estimulación del cerebro mediante el cariño y el amor incondicional.