En los últimos años, la incorporación de la mujer al mundo laboral ha provocado que los abuelos participen mucho más en la educación de sus nietos.
Desde Método Canguro vemos muy positivamente este cambio. Y es que, los abuelos aportan cantidad de beneficios y experiencias emocionales maravillosas a sus nietos. Si bien es cierto que hay que saber respetar el espacio de los abuelos y su descanso, también creemos que su presencia en la vida de nuestros hijos puede dejar una profunda huella de amor y equilibrio.
Y es que, quizás la concepción de la maternidad y la paternidad no deba estar tan individualizada y debamos abogar por hacer “tribu” con nuestras familias; que quien eduque sea la tribu: llámese madre, padre, abuelo o tía.
La crianza por parte de varios adultos puede traer muchos beneficios siempre que se haga después de los primeros meses del bebé, época en la que sí necesita un apego especial a la madre.
Los niños que crecen con más referentes familiares en su educación serán adultos más equilibrados emocionalmente y más seguros. La “tribu familiar” es la principal causante de que los niños desarrollen vínculos altruistas y solidarios “basados en cuidados mutuos” que harán de ellos adultos más empáticos y éticos e un futuro. Al fin y al cabo, los unos necesitamos de los otros, y los abuelos también se nutren de sus nietos y rejuvenecen gracias a ellos. “La vejez existe cuando se empieza a decir : nunca me he sentido tan joven”, decía Jules Renard, y quizás esta segunda juventud se deba, en parte, a los nietos.
Todos los niños deberían poder disfrutar de sus abuelos y todos los abuelos deberían tener nietos, porque la seguridad y el afecto que se dan mutuamente son imprescindibles para ellos. El apoyo de las personas mayores ha sido y será un pilar fundamental en la educación de nuestros hijos.
Es importante crear redes de apoyo y “formar tribu”, pues se trata de un modelo familiar que genera un vínculo muy fuerte entre todos y que favorece el bienestar y la apertura de los niños.