La lactancia es cosa de dos y, como tal, ambos deben estar a gusto. ¿Qué ocurre cuando uno de ellos no está cómodo? Hoy hablamos de un tema tabú para muchas mujeres que se da durante la lactancia materna: la agitación por amamantamiento.

Se trata de una fase de la lactancia materna pasajera que consiste en un cúmulo de sentimientos de angustia y/o incluso rechazo involuntario que aparecen repentinamente en la madre lactante hacia su bebé o el acto de dar el pecho. La mujer experimenta un intenso malestar emocional irracional que se traduce en impaciencia por terminar la toma, incomodidad, molestia y culpabilidad; es fisiológico, natural y visceral. En ocasiones puede acompañarse de dolor en los pezones debido a cambios hormonales o la pérdida de habilidad de los niños más mayores a succionar adecuadamente o incluso cierta ‘excitación sexual’ molesta por la sensibilidad de los pezones. Si ya de por sí la agitación suele ser  un tema tabú para muchas madres, por miedo a sentirse juzgadas, lo es aún más en los casos en los que se relaciona con la propia sexualidad.

Que sea algo normal y pueda darse habitualmente no significa que todas las madres vayan a pasar por esta fase, aunque cualquiera de ellas puede experimentarla (ya sean en alguna toma o en cada una de ellas).

¿Por qué y cuando suele aparecer este sentimiento?

La razón detrás de la aparición de esta agitación podría deberse a un tema hormonal relacionado con la necesidad fisiológica de dejar la lactancia e ir cerrando etapas; una necesidad inconsciente de acelerar el crecimiento de los bebés. Por ejemplo, cuando la madre se queda embarazada de nuevo y tiene otro bebé, sus hormonas la llevan a volcarse en el recién nacido.

Suele producirse en las siguientes ocasiones:

* en la lactancia con hijos “mayores”, pasados los dos años de edad (raramente se da en bebés)

* cuando la mujer vuelve a estar embarazada y continúan con la lactancia materna

* cuando se practica la lactancia en tándem

* durante la ovulación o retorno de la menstruación tras el parto

* períodos de mucho estrés y agotamiento para la madre

* por demanda extrema del niño

* por extrema sensibilidad de los pezones

 ¿Cómo manejar esta situación?

Es importante que la mujer identifique sus emociones, reconozca sus necesidades, aparte el sentimiento de culpa (no se trate de algo racional que se pueda evitar), pida ayuda a su familia así como que comparta su experiencia con otras mamás y/o asesoras de lactancia. Preguntarse a si misma qué se desea hacer realmente: seguir con la lactancia materna (existen pequeños trucos para ello) o iniciar el destete. Si se opta por la primera opción se puede intentar limitar o acortar las tomas (reduciendo o eliminando las tomas nocturnas), intentar distraer la mente mientras el niño esté en el pecho y pactar las tomas cuando los niños son más “mayores”. Si se toma la decisión de empezar el destete, es importante asesorarse bien para hacerlo de una manera respetuosa y gradual.

Sea lo que sea lo se decida, es importante explicar a los pequeños, especialmente a aquellos más “mayores”, qué ocurre y cómo se siente la madre. Los niños notan el rechazo y el malestar de la madre y deben saber que no es culpa suya.

*Foto de Badarsk (www.pixabay.com)