La diástasis, normalmente consecuencia del embarazo, se produce cuando los músculos rectos del abdomen se separan. Como consecuencia de esta separación, aumenta el volumen del vientre, que adquiere un aspecto flácido.
La diástasis es algo muy común, no importa la edad, ni el sexo, ni tan siquiera si llevas una vida sedentaria o deportista: pueden sufrirla todos. Lo que sí es cierto es normalmente se asocia a mujeres gestantes, debido al excesivo crecimiento del útero, y con más razón si se trata de una gestación múltiple.
Durante el embarazo, puedes prevenirla intentando trabajar la zona del abdomen con ayuda de un fisioterapeuta.
Muchas mujeres se quejan de la dificultad que tienen a la hora de quitarse esa “barriguita” una vez su bebé ha nacido. Pero, más allá de un problema estético, la diástasis puede acarrear otras dolencias: molestias en la espalda, dolor pélvico, problemas digestivos, gases o estreñimiento. Si sospechas que puedes tener diástasis porque presentas alguno de estos molestos síntomas, no dudes en acudir a un especialista, una exploración manual suele ser suficiente para confirmarlo. En el caso de que, finalmente, te diagnostiquen una diástasis, debes llevar a cabo un tratamiento continuo para evitar la cirugía -una abdominoplastia-. Un buen fisioterapeuta te ayudará a solucionar este problema, de forma que mejorarás el suelo pélvico, aumentarás la fuerza en la zona lumbar y el equilibrio entre el abdomen y la espalda. Requiere de mucho tesón y paciencia, no obstante, el éxito dependerá de la situación de cada persona, dependiendo de la distancia de separación entre los rectos abdominales.Los abdominales hipopresivos son sin duda los más recomendados.
En el caso de que hayas tenido un parto natural, puedes comenzar tu tratamiento a las dos semanas. Si te han practicado una cesárea necesitarás de, al menos, cuatro semanas para iniciarlo.
Desde Método Canguro te aconsejamos acudir a un especialista para solucionar este problema, debido a que hay personas que llevan a cabo prácticas que creen beneficiosas y que no lo son. Por ejemplo, las tradicionales abdominales: no sólo no ayudan, sino que pueden empeorar el diagnóstico. Estos ejercicios perjudican el suelo pélvico y pueden aumentar aún más la separación entre los rectos.
Cuidado también con el Pilates y el Yoga, pues hay determinadas posturas de torsión que pueden empeorar la diástasis.
No te aconsejamos tampoco volver a quedarte embarazada antes de una completa recuperación, pero, en el caso de que suceda, se aconseja contraer el transverso abdominal, es decir, meter ombligo: el bebé estará encantado con el masaje y el movimiento y tú estarás trabajando los músculos abdominales.
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