Actualmente vivimos en una era tecnológica y los niños no escapan de esta realidad. De hecho, los más pequeños de la casa parecen tener un don innato para usar los dispositivos electrónicos tales como móviles, tablets ya que han crecido rodeados de estos. El uso de esta tecnología potencia un juego más individualista que el que ofrece aquel llevado a cabo en el aire libre. Salir al parque es rutina tan necesaria como comer y dormir para los niños. Una práctica apta para todo el año, y los fríos días de invierno no deberían ser una excepción.
Son muchos los beneficios de jugar en el parque al aire libre: se oxigenan, descargan energía, hacen ejercicio, estimula su agilidad, mejora sus habilidades, potencia su creatividad, desarrolla su equilibrio, la elasticidad y la psicomotrocidad, fortalece el sistema inmunitario (especialmente en épocas frías), mejora su capacidad de atención, fomenta su autonomía, les enseña a ser pacientes, a canalizar sus frustraciones y fomenta la socialización.
En definitiva, el juego al aire libre permite a los niños aprender del mundo que les rodea y conectar con el entorno. No se trata exclusivamente de diversión, es aprendizaje. Además, ayuda a liberar estrés y tensiones, lo que les ayudará a descansar mejor, y evita que caigan en el sedentarismo. Y es que estar todo el día encerrados en casa o en otros sitios cerrados puede llegar a alterar a los niños, poniéndoles nerviosos y que estos terminen subiéndose por las paredes.
Para que esto no ocurra, los expertos recomiendan que los niños vayan al parque, a los columpios o a las canchas de fútbol o baloncesto, al menos, una hora al día. Debe formar parte de su rutina diaria por eso es aconsejable que acudan siempre en a la misma hora, especialmente si se trata de niños más pequeños. Así se crean hábitos repetitivos que resultan muy importantes para su desarrollo.
Además, el juego al aire libre permite a padres e hijos compartir un espacio diferente al del hogar, en donde los adultos son testigos de cómo se relacionan sus hijos con otros niños. Los expertos recomiendan no interferir en su juego cuando ya están haciéndolo con otros pequeños a no ser que haya un conflicto que no puedan solucionar por si mismos. Los adultos también pueden iniciar un juego, hecho que favorecerá su vínculo afectivo, aportándoles también estabilidad emocional. Y es que los juegos al aire libre permiten disfrutar de tiempo de calidad con los niños.