No hay una edad concreta en la que se “deba” dejar el pañal. Lo mejor es respetar los ritmos de cada niño ya que se trata de un proceso individual y que depende, en gran medida, de su desarrollo fisiológico y la madurez del sistema nervioso central. Algunos pequeños aprenden a identificar que han hecho sus necesidades entre los 12 y los 15 meses; sin embargo lo más habitual es que los niños dejen el pañal entre los 18 y los 36 meses. Pero también es normal dejarlo a los 4 años si necesitan ese tiempo. Muchos pequeños no están preparados todavía a esa edad para dejarlo y lo harán más tarde; es completamente normal y debe respetarse. 

Lo primero a tener en cuenta antes de plantearse que el niño deje el pañal es asegurarse de que está preparado para ello. Existen algunos indicativos que pueden guiar a los padres en este sentido como, por ejemplo, si el niño avisa cuando ha hecho pipí o caca, si al dejarle un rato sin pañal aguanta el pis, si no le gustan los cambios de pañal o quiere quitárselo, o si lo deja seco entre cambios.

Si los padres presienten que su hijo está listo para dejar el pañal y empezar a usar el retrete es importante preparar la zona del baño para que éste se sienta cómodo ya sea facilitándole un orinal o usando un adaptador para el váter; así como dejando todo aquello que se precise para la posterior limpieza a su alcance. A pesar de que se recomienda que los padres supervisen a los hijos  mientras estos usen el orinal  y/o wáter ayudándoles cuando lo necesiten, la idea es que estos tengan todo a mano para ir solitos al baño cuando el proceso se haya adquirido completamente. De esta forma trabajan su autonomía y sienten capaces e independientes.

Para facilitar este proceso, se recomienda que los pequeños usen ropa cómoda y fácil de poner y quitar. Los unos pañales-braguita resultan muy convenientes cuando se empieza a dejar el pañal. Además, como en todo proceso de aprendizaje es importante ser constante en las rutinas y saber esperar para fomentar su autonomía. Se recomienda recordar regularmente al pequeño si desea ir al baño ( al levantarse, después de comer o beber líquido, antes de acostarse); así se irá interiorizando este nuevo hábito. A veces los pequeños están demasiado interesados en el juego y se “olvidan” de que tienen ganas de ir al baño o simplemente no desean interrumpir la actividad que están realizando y no pasa nada. Si se lo hacen no se les debe regañar, simplemente decirles que no pasa nada y ofrecerles ropa seca para que ellos se cambien.

También cabe destacar que el control de esfínteres por la noche suele adquirirse más adelante. De nuevo, las prisas no son buenas. Si se observa que el niño deja de mojar el pañal por las noches es un buen momento para intentar dejarlo también por la noche.

No se quita, no se obliga

Aquellos profesionales que abogan por dejar –que no quitar- el pañal de una manera respetuosa recomiendan no “sentar” en el váter al niño largos períodos de tiempo hasta que sienta ganas de hacer pipí o caca. En lugar de esta práctica, recomiendan preguntar al niño si quiere ir al baño y acompañarles. Los expertos en metodologías como María Montessori aconsejan no premiar cuando acuda y haga sus necesidades en el váter ni mucho menos castigar cuando se le escape. El mejor premio es la satisfacción de ir adquiriendo más autonomía

Tampoco existe una época del año ideal para dejar el pañal: aunque algunas madres  o profesionales recomienden hacerlo en verano, lo mejor para tener éxito es hacerlo cuando el pequeño esté preparado independientemente de la estación del año. Cabe insistir en no tener prisa, darle al niño todo el tiempo que necesite para adquirir este proceso que puede ser largo y lento. Paciencia y cariño. Si realmente se espera a que estén listos, tardarán unos días.

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