La crianza es una carrera de fondo y, a menudo de obstáculos, que no tiene ganadores ni perdedores. El papel de los padres tendrá un impacto determinante en el desarrollo del niño por lo que sus acciones y palabras serán tomados como referencia. Por qué como ya hemos apuntado en muchas ocasiones, los progenitores son el modelo a seguir, el espejo en el que se miran y a quienes imitan desde bien pequeños. El rol que desempeñen, el ejemplo que brinden, la manera en que se les habla, lo que se les transmite, marcarán su personalidad.
Educar sin miedo
Hay que educar a los niños sin miedo al fracaso. Y es que el error es una parte fundamental del aprendizaje. Enseñando a los pequeños a dejar de lado los miedos e inseguridades se fomenta su deseo por enfrentarse a nuevos retos; solo superando estos por ellos mismos tendrán un correcto desarrollo. El adulto debe acompañar y guiar al niño en su camino, evitando un exceso de intervencionismo y propiciando una comunicación abierta y positiva.
El abuso de frases como “ten cuidado” puede amedrentar a los pequeños, provocando que no quieran arriesgarse y, por tanto, evitando que afronten nuevos retos.
Esto puede tener implicaciones en su desarrollo, a pesar de que los padres piensen que con esta actitud están protegiendo a sus pequeños de peligros o fracasos. Sustituir dicha frase por indicaciones que puedan ayudar al niño a desempeñar una tarea, ofreciéndoles herramientas para que tomen sus propias decisiones y dándoles alas, conllevará más autoestima y aumentará la confianza en si mismos.
Construir su propia felicidad
El psicólogo Miguel Espeche, especialista en salud mental y vínculos, considera que hay que permitir a los niños equivocarse y que creen su propia experiencia sobre su entorno, posibilidades y en definitiva, la felicidad. “Hay que criar sin miedo a los hijos, son ellos los que tienen que construir su propia felicidad. Ellos se confunden, tienen errores como nosotros, pueden corregirse, cambiar de rumbo, hay que permitirles equivocarse y fracasar, porque son cosas que deberían hacer los hijos por sí mismos. Es parte del proceso de la vida, de crecer”, explica al medio La Voz. Para Espeche, la mejor forma de ayudarles a construir una vida plena es “dando testimonio de la propia vida, más que por las transferencias verbalizadas de filosofías de vida”. El psicólogo destaca que es importante que se destierre la idea de que se debe hacer felices a los hijos, en lugar de esto hay que dotarles de herramientas para que construyan su propia felicidad.
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