¡Lo único que quiero es dormir! Muchos padres se verán identificados con esta frase. El exceso de responsabilidades, el estrés y la fatiga hace que el interés por el sexo pueda verse afectado. La relación entre los progenitores se transforma, inevitablemente, cuando llega un bebé y, por consiguiente, su vida sexual cambia. Los padres están demasiado cansados como para mantener relaciones sexuales con la misma frecuencia que antes; de hecho, en ocasiones las madres tienen dificultad para volver a sentirse “sexualmente activas».
Lo dice un estudio publicado recientemente (2013) por un equipo de científicos británicos que analizaron los factores asociados con la carencia de interés en el sexo y cómo estos varían según el género. Su principal conclusión es que tanto hombres como mujeres pierden el interés por el sexo tras vivir durante un tiempo con sus parejas. Y destaca, especialmente, el caso de las mamás, culpando al cansancio de la pérdida de líbido.
El 15% de los más de 5.000 hombres entrevistados y el 34,2 % de las más de 6.000 mujeres preguntadas admitieron haber perdido el deseo sexual. Después del primer año de relación, las mujeres muestran cuatro veces menos interés por el sexo que al principio. Los motivos, según los expertos, son problemas de salud ya sean físicos y/ mentales, la falta de conexión emocional durante el acto sexual y la falta de comunicación con la pareja.
Los problemas, según dicha investigación, no surgen tanto por una escasa frecuencia de sexo (hay parejas felices que sólo mantienen relaciones sexuales una vez al mes o incluso menos) sino por una descoordinación entre sus deseos.
En el caso particular de las mujeres, la disminución del interés por el sexo se ve influenciada por la presencia de niños menores de cinco años. La franja de edad en la que se registra una peor calidad de las relaciones es la comprendida entre los 35 y 45, que suele coincidir con el período de crianza de niños pequeños. La razón podría estar en el cambio de rol de la mujer, de sus prioridades, anteponiendo su crianza a todo lo demás y poniendo toda la energía en ello. Al cuidado de los hijos suele sumarse las tareas domésticas, el trabajo fuera de casa, lo que desencadena en un estrés diario que afecta directamente a las relaciones sexuales.
En ocasiones, se incluye el sexo en esta “lista de obligaciones” y se usa el estres como “excusa” cuando, de hecho, practicar sexo es una de las mejores maneras de relajarse y desconectar. De hecho también hay muchas mujeres que siguen manteniendo el deseo sexual después de ser madres.
Cabe destacar también el factor y la presión moral. A día de hoy, la sexualidad sigue teniendo, incomprensiblemente, componentes moralmente negativos que puede llegar a chocar con el rol de “buenas madres”.
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