La sangre que pasa de la placenta al bebé por el cordón en los últimos minutos es rica en nutrientes y además es una fuente de hierro
La naturaleza es sabia, el cordón deja de latir por sí mismo cuando ya no tiene nada de aportar. En el momento del nacimiento, se debe dejar que los pulmones comiencen a funcionar por sí mismos sin cortar esa dosis extra de oxígeno que les sigue llegando a través del cordón. Se produce así así un intercambio precioso en el que el recién nacido pasa del medio acuático al aéreo al ritmo que debe de forma natural.
El cordón y la placenta son órganos vivos, han sido una parte vital para el crecimiento y desarrollo del feto y cuando cumplen con su función dejan de tener sentido y se detienen por sí mismos.
La placenta generan tras el parto una dosis muy rica en nutrientes, hierro y oxígeno asegurando de alguna forma la supervivencia del neonato, y su medio para llegar es a través del cordón que si se deja sin cortar seguirá latiendo entre 10 y 30 minutos más. Una vez termine, se produciría la expulsión de la placenta de forma natural. Tomando el relevo, la lactancia materna.
Si se realiza el corte antes de tiempo, el bebé puede resultar deficitario de hierro, y si se tarda demasiado podría desencadenarse una policitemia (exceso de globulos rojos) que podría ocasionar otros problemas, por lo tanto el pinzamiento debe realizarse en el momento en el que el cordón umbilical deja de latir.
Un corte tardío es igual o más importante en el caso de nacimientos prematuros o en bebés que han padecido sufrimiento fetal durante el parto, ya que le ayudaría a equilibrarse en cuanto a oxigenación, y nutrientes por sí mismo, aportando una carga «extra» maravillosa.
Además el corte tardío invita a dejar al bebé en contacto piel con piel con su madre de forma precoz, beneficiando a ambos de los importantísimos cuidados madre canguro (a nivel físico, psicológico y emocional); regalando así, un momento único a los dos grandes protagonistas que tras 9 meses de duro trabajo se ven recompensados en un instante inolvidable.
¡Pídelo, tanto si es parto natural como cesárea!
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