Educar en habilidades sociales para tener éxito el día de mañana
El juego espontáneo y el aprendizaje social en edades tempranas (entre 0-7 años) es fundamental para muchas facetas de la vida adulta y, también, para su rendimiento en el ámbito escolar. Sirve, entre otras cosas, para adquirir la madurez necesaria para afrontar la primaria con éxito. Lo dice un estudio realizado a lo largo de dos décadas, cuyas conclusiones se recogen en el artículo: “Funcionamiento socioemocional temprano y salud pública: la relación entre las competencias sociales en el Jardín de Infancia y el bienestar futuro”. De esta investigación se extrae la importancia del desarrollo de habilidades no cognitivas, especialmente aquellas relacionadas con la inteligencia emocional y social, para tener más éxito en la vida adulta.
La importancia de educar las emociones
Educar para una mejor gestión de su mundo interior y sus relaciones supone un impacto sobre los circuitos neuronales implicados en el desarrollo del aprendizaje social y emocional. Y es que los cimientos de aptitudes tan importantes como tener mayor conciencia de nosotros mismos, una mejor capacidad para gestionar las emociones, una mayor sensibilidad y una mejor habilidad interpersonal, se construyen en la infancia.
Por ello, la educación infantil no debería centrarse en la adquisición de conocimientos – para los cuales muchas veces no tienen la madurez necesaria – si no debería favorecer el desarrollo espontáneo de habilidades no cognitivas como la inteligencia emocional y social. De poco sirve “calentar” una silla durante horas haciendo fichas y pasarse el día completando actividades dirigidas. La dirección natural de su desarrollo implica que los circuitos cerebrales para la relajación y la concentración aún se están formando, por tanto pedirles que se estén sentados la mayoría de la jornada lectiva y atender buena parte de ella es “antinatural”. Por ejemplo, cuando los niños no tienen estrategias para disminuir su ansiedad, no disponen de tanta capacidad de atención para aprender, para resolver problemas y para comprender nuevos conceptos.
Además, la falta de juego y el exceso de tiempo de pantallas se relaciona con problemas de inteligencia social. Aquellos niños que pasan muchas horas delante de un televisor o teléfono son más propensos a presentar déficits en el desarrollo de funciones cerebrales implicadas en la resolución de problemas, la regulación emocional y las habilidades sociales en el juego con iguales. Además, de estar más expuestos al bullying.
En resúmen, es importantísimo fomentar un juego libre y enfocarse en las relaciones sociales ya que estas tienen un peso fundamental en ámbitos como la educación, el empleo y la salud mental. Ayudando a los niños a gestionar sus emociones y sus relaciones les hace ser mejores estudiantes. Es fundamental enseñar y educar desde la compasión y la empatía. Valores que también deben trabajarse en casa y desde bien chiquitines. El porteo les aporta confianza, seguridad y contribuye al establecimiento de un apego seguro. Desde la sensación de protección, los niños se aventuran a explorar. Y ahí empieza todo aprendizaje.
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