El porteo, que puede parecer hoy día una moda pasajera, es algo que se ha hecho “toda la vida”, es un sistema ancestral de transporte y contacto con los bebés muy conectado con la crianza natural.
Los bebés, cuando nacen, tienen unas necesidades especiales de contacto, piel con piel, lactancia, apoyo emocional y transporte que les proporciona seguridad y apego. Gracias al porteo, las mamás, en todas las culturas, han satisfecho estas necesidades básicas de forma instintiva.
Los humanos somos una especie de porteo, esto significa que nuestros cachorros necesitan mamar prácticamente las 24 horas y de forma muy seguida, pero la inmadurez de su sistema nervioso no les permite agarrarse por sí mismos a su madre. Este es el motivo por el que nuestras antepasadas debían mantener a sus bebés cerca y de manera continua, cargándolos constantemente. Y es que, los bebés humanos, no están preparados, desde el punto de vista biológico, para estar separados de sus madres, ya que podrían morirse.
Está demostrado que los bebés, cuanto más contacto y afecto tienen, más crecen y se desarrollan saludablemente. El contacto íntimo y constante entre la mamá y el bebé fomenta y favorece la lactancia espontánea, además del vínculo afectivo madre-bebé. Además, cuando el bebé es sostenido por sus progenitores, se produce un natural efecto calmante, lo cuál también favorece el sueño. Gracias a este contacto, los niveles de oxitocina también aumentan, lo cual favorece la producción de leche y refuerza el lazo afectivo mamá-bebé.
El cachorrillo humano desarrolla una intensa vinculación afectiva durante los primeros meses de vida hacia una única persona, habitualmente la madre. Desde la Teoría del Apego de John Bowlby se constata que el ser humano tiene la necesidad biológica y evolutiva de vincularse afectivamente a un cuidador principal o figura de apego.
Los bebés, de forma instintiva y natural, buscan la proximidad de la madre y recurren a ella en momentos de desasosiego como fuente de consuelo y base segura. Cuando sus necesidades han sido satisfechas desde el principio a través de los brazos, el apego o el piel con piel, desarrollan una alta autoestima y, en su edad adulta, son mucho más independientes que aquellos niños a los que se les han “abandonado” o dejado llorar solos.
En palabras de Eduardo Punset, “hay una evidencia científica que pone de manifiesto que la mejor forma de luchar contra las enfermedades mentales, la violencia y la delincuencia, es ocuparse de los bebés.” Quizás debamos plantearnos que algo no estamos haciendo bien en la sociedad actual.
En resumen, nuestras crías humanas están diseñadas, desde el punto de vista biológico y evolutivo, para mantener el contacto continuo con su madre como base segura. Y el porteo tiene el poder de facilitar ese vínculo permanente, que potencia el apego seguro y favorece la lactancia materna; además, es un medio de transporte práctico y seguro que permite al bebé explorar siempre en contacto con su madre.