Los juguetes juegan un papel importantísimo en la educación de los niños y son claves para el desarrollo cognitivo. A través del juego aprenden también a relacionarse con los demás. El problema es que históricamente se han transmitido unos valores que contribuyen a crear sociedades que discriminan.

Los catálogos y anuncios de juguetes de Navidad no son una excepción. Estos tienen un gran poder de influencia sobre los más pequeños de la cada, quienes se sirven de ellos para elaborar sus listas de cumpleaños, los Reyes Magos y/o Papa Noel. Sin embargo, el mensaje de muchos de estos catálogos son sexistas e, incluso, discriminatorios: teñidos de rosa (para ellas) y de azul (para ellos); los niños juegan con balones o superhéroes, las niñas cuidan a “sus bebés”, cocinan o juegan con princesas. Los valores que se transmiten son que las niñas “deben ser dóciles y bonitas” mientras que los niños “son valientes y fuertes”.

No obstante, algo está cambiando en la industria juguetera. Algunas empresas del sector están luchando por romper estas barreras y desafiar a los estereotipos utilizando indistintamente imágenes de niños y niñas por un juego más real y universal. Un ejemplo de ellas es Imaginarium que lleva 25 años trabajando por la igualdad de género y intentando fomentar la transmisión de valores sociales a través de un juego que promueve la igualdad de género. Su máxima es que no existen juguetes para niños y juguetes para niñas pretendiendo fomentar valores sociales como la diversidad y así evitar conductas racistas, clasistas o sexistas.

La publicidad es clave para perpetuar estereotipos sexistas

En la misma línea, el Periódico recogía hace unos días la entrevista a Isabel Muntané, profesora de periodismo de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB) que denuncia que “los juguetes no tienen sexo, si no que se lo atribuimos las personas» a través de la publicidad se construyen los géneros que perpetúan estereotipos sexistas». Para Muntané los juguetes son un reflejo del patriarcado y denuncia la «invisibilidad de la mujer, relegada históricamente a las labores domésticas». Según ésta, a través del juego tenemos la oportunidad dedicar a nuestros hijos para construir una sociedad más igualitaria y, por ende, más justa.