Amamantar puede ser una experiencia extraordinaria, que fortalece el vínculo materno-filial, además, de aportar el mejor alimento para el bebé. Los beneficios de la lactancia materna para el bebé y la madre son incuestionables; sin embargo, a día de hoy, todavía existen muchos mitos y prejuicios sobre aspectos relacionadas con este tema. Uno de ellos es que las madres adoptivas no pueden dar el pecho.

A pesar de que pasar por un embarazo facilita el proceso de la subida de leche, no es un requisito imprescindible para poder amamantar a un bebé. Es decir, se puede dar el pecho a un bebé sin ser la madre biológica.

Los expertos en lactancia materna defienden que la capacidad de producir leche pasa por una correcta estimulación del pecho. Este proceso se conoce como inducción de la lactancia. Para garantizar el éxito, es vital la voluntad de la madre -quien debe ser muy constante-, un entorno que la apoye y la habilidad del pequeño para amamantar. Este último aspecto tiene más importancia de lo que parece, el bebé puede perder el reflejo de succión pasados los seis meses de edad, por lo que se recomienda iniciar el amamantamiento lo antes posible. Inducir la lactancia es duro y requiere de mucha voluntad y constancia, pero no hay nada que el amor de una madre no consiga.

Si bien es cierto que, a día hoy, se trata de una práctica minoritaria, cabe destacar que tiene una tasa de éxito muy alta. Según un estudio realizado en Estados Unidos, el 36% de las mujeres que lo intentan logran alimentar al bebé exclusivamente con leche materna gracias a la correcta estimulación durante un mínimo de dos meses previos a la adopción con un saca leches. El resto logra producir leche aunque no la suficiente para que el pequeño esté bien alimentado y, por tanto, tienen que ofrecer alimentación complementaria.

En algunas culturas no es extraño que tras el fallecimiento de una madre, una familiar se encargue de los cuidados del pequeño, entre cuyas tareas se incluye la de alimentar al pequeño y no hay mejor manera de hacerlo que a través de la leche materna. Por ello, es habitual que los pequeños huérfanos sean amamantados por una tía o, incluso, por la abuela. Al final «solo hay un alimento imprescindible en cualquier dieta: la leche materna durante los primeros seis meses de vida», según el nutricionista y dietista Aitor Sánchez.