Los bebés no necesitan que los adultos les enseñen a voltear, a reptar, a gatear ni a andar. Sí necesitan que les acompañen, de manera respetuosa, en el desarrollo autónomo y espontáneo de su instinto. Por tanto, fomentar el movimiento libre es la mejor manera de ayudar a los más pequeños a desarrollarse. Su aprendizaje se basa en ensayo-error, en logros y fracasos; el bebé descubrirá sus propias capacidades a través de una motricidad libre, del juego independiente, siendo la motivación a superarse un factor muy importante de la ecuación. La etapa comprendida desde los 0 a los 2 años de edad (etapa denominada sensoriomotora) se caracteriza porque el bebé construye su inteligencia a través del movimiento y sus sentidos.
En esta misma línea trabajó la prestigiosa pediatra húngara Emmi Pikler en los años 50. Ésta investigó el papel que juega el adulto en el desarrollo motor del niño, centrándose en los primeros años de vida (0-3). Pikler apostó por el no-intervencionismo del adulto para fomentar su desarrollo autónomo, respetando siempre el ritmo de cada pequeño.
No forzar nunca una posición
Nunca se debe forzar una postura de un bebé ni colocarlo en una manera determinada que no pueda hacer por sí mismo. Si lo hacemos, lejos de ayudarle, le podemos perjudicar.
Los expertos recomiendan dejar al bebé tumbado sobre su dorso en suelo, en una superficie firme pero que no pueda hacerse daño (evitando las superficies muy blandas ya que su movimiento se ve reducido en ellas) y que sea cálida. Si pinchas aquí y encontráis una colchoneta adaptada para ello y además desenfundable, lavable y apilable. Y a partir de ahí permitir que éste se mueva a su antojo, que experimente con su cuerpo, así aprenderá a controlar sus movimientos. Con la madurez del sistema nervioso y la adquisición de fuerza el bebé empezará a voltear -cuando esté preparado-, cambiando su perspectiva y obteniendo las referencias necesarias para su desplazamiento.
Se pueden colocar objetos de su interés tales como juguetes a una distancia para que éste sienta la motivación para iniciar este desplazamiento que le permitirá, además, ampliar su conocimiento del espacio y sus posibilidades. Hay determinados movimientos que sólo pueden realizarse en el suelo, de ahí su gran importancia.
Conviene no limitar los movimientos del bebé, ni encerrarlos en parques o alfombras con demasiados estímulos visuales o auditivos que no les permiten experimentar con su voz o disfrutar del silencio. Así como muchos expertos no recomiendan el uso abusivo de hamacas o sillitas de paseo.
También es fundamental respetar siempre los ritmos de cada bebé. El adulto debería ofrecer un entorno seguro, vigilar al pequeño y fomentar su autonomía desde el respeto y el amor. Así el niño tendrá todos los ingredientes necesarios para explorar su entorno. Si un adulto interviene en exceso puede contribuir a que se salten etapas importantes para su crecimiento como, por ejemplo, el gateo. Muchos niños nunca gatean, sin embargo, la reptación es una etapa muy importante para adquirir coordinación, obtener una perspectiva distinta. El beneficio de respetar los ritmos del bebé o niño queda patente en la seguridad, facilidad y fluidez de sus movimientos.
Entonces, ¿hay que poner a los bebés boca abajo para que coja fuerza en el cuello cuando todavía no son capaces de hacerlo por sí mismos? Según Pikler, ¡NO! Él mismo elegirá cuando adoptar esa posición, cuando se sienta preparado, sin forzarlo, sin presión. Hay que respetar los tiempos de cada pequeño.
*Más información en el libro de Emmi Pikler: Moverse en libertad: desarrollo de la motricidad global.Y en el video:
https://escuela.bitacoras.com/curso/movimiento-libre-pikler-loczy/ref/104
** Foto de Debsch (www.pixabay.com)