Hace ya un par de semanas que nuestros pequeños regresaron al cole tras las largas vacaciones de verano. Sin embargo, todavía hoy les cuesta coger el frenético ritmo diario. Y es que la vuelta a la rutina es tan necesaria como dura para todos, especialmente, para los más pequeños.
Septiembre es un mes de adaptación. Las jornadas escolares suelen ser algo más cortas que el resto del año. Además, en la mayoría de centros educativos las actividades extraescolares todavía no han comenzado. Si bien es cierto que su tiempo dedicado al ocio se ha reducido abruptamente respecto al mes de agosto, lo cierto que sus jornadas lectivas son algo más cortas que de octubre a mayo.
¿Puede sufrir un niño el síndrome postvacacional?
La vuelta a la rutina, ya sea al colegio o al trabajo, puede causar el famoso síndrome postvacacional. Esto se da cuando el trabajador/estudiante no logra adaptarse con éxito a la vuelta a la vida activa después de una temporada de vacaciones y ocio.
La sintomatología es tanto física (cansancio generalizado, falta de sueño, dolor muscular, fatiga, etc.) como psíquica (tristeza, irritabilidad, falta de concentración, etc.). Y son más propensos a sufrirlo los menores de 45 años. A pesar de que no es muy habitual en niños, sí que es cierto que hay ciertos detonantes como el acoso escolar o bullying que pueden desencadenarlo.
Para intentar evitar este síndrome común los expertos recomiendan regresara casa unos días antes de la vuelta al cole o al trabajo. Así la adaptación a la rutina se hará de manera más paulatina. Lo más importante es ir adaptándonos de nuevo a los ritmos de sueño y comidas que llevamos el resto del año. Vuelve a coger las riendas de la vida saludable: come sano y haz ejercicio.
Otro aspecto importante es intentar mantener una actitud positiva. Pensar en una nueva etapa ilusionante por delante en lugar de recrearse en que se ha terminado el periodo vacacional.
¿Cómo afecta la vuelta a la rutina a los bebés?
Siempre hablamos de lo importante que es la rutina para los niños: que su día esté más o menos estructurado para que puedan anticipar lo que va a suceder. Así reducimos el nivel de frustración considerablemente. Si es tan importante, ¿por qué no empezar cuanto antes?
Un recién nacido no entiende de rutinas, de horarios. Han estado 9 meses comiendo y durmiendo cuando les apetecía mientras estaban en la barriga de su mamá. Instaurar unas rutinas puede ser todo un reto pero cuando antes lo tengamos claro mejor.
Empezaremos estableciendo hábitos del sueño, ajustando las siestas y las tomas para ir creando dicha rutina. Se recomienda, por ejemplo, hacer las siestas diurnas con luz, al menos, hasta los 4 meses para que el bebé empiece a distinguir el día de la noche. Aprovechamos para recordar que el colecho reduce las probabilidades de sufrir el síndrome de muerte súbita del lactante.
Durante los primeros meses de vida, el bebé debe ir asentando unos hábitos que se ajusten también a la realidad de sus principales cuidadores. En este país que las jornadas laborales son interminables asentar una buena rutina es esencial para el buen hacer de la unidad familiar.
Y, ¿qué pasa en vacaciones? Al ser más flexibles con los horarios y querer aprovechar más los largos días de verano tendemos a perder hábitos saludables (como acostarse pronto o llevar una dieta equilibrada). Aunque los bebés sigan comiendo a la misma hora, los cambios que hacemos en nuestro día a día también les afecta. En la medida de lo posible mantener sus rutinas de sueño para que cuando sus principales cuidadores vuelvan al trabajo, no noten mucho la diferencia.
En definitiva, una buena vuelta al cole/trabajo, es posible si hay un periodo (generoso, a poder ser) de adaptación a la nueva realidad. No se recomienda llevar cambios bruscos en la rutina ni ser muy rígidos cuando se ha sido más permisivo durante las vacaciones. Con sentido de común y paciencia seguro que logramos un mes de septiembre lo más cuesta abajo posible.
¡Feliz vuelta!